jueves, 27 de enero de 2011

Sangre...

Amo la sangre derramada en el cuerpo,
la sangre feliz que corre por las venas
como buscando siempre una salida,
la sangre prisionera de la vida,
y eso es lo malo de ser prisionera:
huyes, huyes todo el tiempo,
huyes aunque no haya donde ir.
Amo esa sangre encerrada en su propio universo,
que siente, que aun esta tibia,
que conoce su misterio.
Amo la sangre que da vida,
amo la sangre que se derrama por amor,
y amo la muerte inevitable que sucita.
Amo esa sangre que no es mezquina,
que se entrega si lo precisas,
aunque se apague luego,
aunque abandonar su curso deba.
Amo la sangre porque es esperanza,
porque nos separa del cielo,
porque nos aleja del infierno,
amo la sangre, porque no amarla ya no puedo.

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